El 8 de marzo (8M) es un día conmemorativo para las mujeres; sin embargo, para otras esta fecha tiene otro significado o no existe.
La principal movilización por el Día Internacional de la Mujer inició en un parque de San Isidro y terminó en otro parque de Miraflores, dos distritos exclusivos, privilegiados y blancos. “¿Abtao?¿Parque Kennedy?¿Por qué esa ruta?”. Esas eran las preguntas de muchas mujeres que acudieron a diversas convocatorias en la ciudad de Lima.
En paralelo, mujeres obreras y sindicalizadas se movilizaban desde Plaza 2 de Mayo, —un lugar histórico de concentración de protestas—, hacia el Palacio de Justicia. Esta manifestación no fue multitudinaria, no tuvo prensa, ni mucho espacio en redes sociales, y menos en televisión. Algunas mujeres no sabían cómo llegar a la movilización convocada en Miraflores, y otras no estaban enteradas de la existencia de la marcha en el Centro de Lima.
Ese mismo día, no tan lejos, a las afueras del Palacio de Justicia, se congregaban líderes y lideresas indígenas para expresar su rechazo a la ley antiforestal y a otras iniciativas del Congreso y del régimen de Dina Boluarte —quien en estos últimos días ha usado problemas estructurales contra las mujeres para eludir la rendición de cuentas frente a la justicia—que amenazan sus derechos colectivos.
Mientras todo eso sucedía, alrededor del parque Abtao, El Keneddy, Plaza 2 de mayo, y el Palacio de Justicia, habían otras mujeres, barriendo las calles, vendiendo huevos de codorniz, ofreciendo gaseosas y canchita dulce, otras en casa cumpliendo una labor doméstica remunerada o no, y también más allá de la capital, mujeres que protegen comunidades campesinas y territorios indígenas.
[Fotografías: Flor de Milagros Núñez Chalco]
Mataperrea buscó a mujeres de distintas partes del país para preguntarles: ¿Qué es el 8M? Aquí sus respuestas.
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Melania Canales Poma. Dirigenta quechua ayacuchana, representante de la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (Onamiap) y coordinadora del Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas de la Región Sur (Ecmia Sur).
“En el 8M se recuerda a mujeres que fueron quemadas vivas a partir de la defensa de sus derechos laborales. Es una conmemoración, un recordar, y seguramente salen muchas mujeres que cuidan a la madre naturaleza, pero también mujeres que no cuidan a la madre naturaleza. El ser mujer no necesariamente te hace luchar contra los sistemas de opresión. Hoy tenemos un Congreso con mujeres que promueven retrocesos en derechos hacia las mujeres y que no defienden el cuidado de la madre tierra. Sobre Dina, la primera mujer presidenta del Perú, esa señora viene de ascendencia terrateniente, gamonal, no es una mujer indígena. Habla quechua. En muchas academias se aprende hablar el quechua, pero eso no te garantiza que eres defensora de derechos. Esa es una realidad. No basta la paridad porque no te soluciona nada. Muchas mujeres siguen sosteniendo y defendiendo los sistemas de opresión y nosotras, las mujeres indígenas, no solo vemos ese sistema patriarcal-machista, sino vemos los otros sistemas de dominación. Para las mujeres indígenas no solo es machismo, es el racismo, colonialismo, clasismo, extractivismo, antropocentrismo, etc. Son otros sistemas de dominación que cruzan por nuestros cuerpos. Muchas de nuestras hermanas ni siquiera toman en cuenta el 8M. Para ellas es como cualquier día. Las mujeres indígenas tenemos nuestro día, el 5 de septiembre, el Día Internacional de la Mujer Indigena, donde recordamos a Bartolina Sisa, quien fue ejecutada por los colonizadores por defender nuestros derechos colectivos. Esas son luchas propias que realizaron nuestras ancestras y que recordamos y que nos dan fuerza. Las mujeres indígenas seguimos protegiendo el territorio. Por eso hemos planteado a la Corte Interamericana de Derechos Humanos el reconocimiento de los cuidados que realizan las mujeres y niñas indígenas desde sus territorios, no solo lo familiar y doméstico, sino también el cuidado de las plantas medicinales, de los animales, de los cerros, de las aguas, de esas otras vidas. Desde nuestras ancestras hemos tenido una relación intrínseca con la madre tierra, por eso hablamos del buen vivir o vida plena. Si la madre tierra no tiene derecho, nosotras, las mujeres indígenas, tampoco”.
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Leddy Mozombite Linares. Loretana. Compañera de lucha de María Elena Moyano en Villa El Salvador. Secretaria general de la Federación Nacional de Trabajadoras del Hogar del Perú (Fenttrahop). En el 2020 lograron la Ley 31047 que les reconoce como trabajadores con derechos laborales completos. Vocera de más de medio millón de empleadas del hogar que en su gran mayoría laboran todavía en la informalidad.
“El 8M es día de lucha, es día combativo, se conmemora el día de la mujer trabajadora, que es también la lucha histórica de las trabajadoras del hogar. Tenemos 13 sindicatos a nivel nacional. No es fácil organizarnos. Nos hemos identificado como clase trabajadora, pero si hablamos de clase trabajadora, efectivamente la mayoría de trabajadoras no van a salir a las calles porque hay otra mujer de otra clase que ha tenido la suerte de nacer en cuna de oro, que la explota. Muchas trabajadoras del hogar no van a salir porque se quedaran en casa cuidando niños, lavando, ordenando, sirviendo, mientras otras mujeres saldrán a la calle luchando por derechos, es contradictorio, un grupo de feministas dicen no a la explotación, pero no son coherentes con la realidad. A la sociedad le cuesta y se resiste a reconocernos como trabajadores. Pero tenemos dos instrumentos que garantizan nuestros derechos, el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Ley 31047, que exige a los empleadores y empleadoras a tener un contrato escrito, con beneficios para la trabajadora como seguro social, compensación por tiempo de servicio (CTS), gratificación, jubilación, derecho a educación y libertad sindical, refrigerio, etc. Participar este 8M con libertad es otra lucha, pero nuestro día es el 30 de marzo. Está en la agenda otras luchas como contra la discriminación, explotación, violencia económica, acoso, violencia. El 96% de este rubro somos mujeres. Tenemos que hacer alianzas entre nosotras. Porque somos la mayor fuerza laboral en el mundo”.
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Martha Mamani Huacca. Dirigenta aymara del centro poblado de Siraya, del distrito de Ilave de la provincia de El Collao en Puno. Lideresa indígena que participó en las protestas contra el régimen de Dina Boluarte Zegarra. Extenienta gobernadora, exalcaldesa de Siraya y expresidenta de la Asociación de los Municipios de Centros Poblados (Amucep).
“Esta fecha es un día más de lucha, de subsistencia, de persistencia, no hay nada que festejar, nada, será como cualquier otro día. Fechas como el Día de la Madre, 8M u otros días conmemorativos, para nosotros no existen. Sabemos que un grupo de mujeres lucharon por derechos laborales y fueron masacradas, eso debe ser un ejemplo a seguir para nosotros, recordar aquellos tiempos que fueron humilladas por ser de clase baja y obrera. Pero no es parte de nuestra costumbre festejar ese día. En el mundo aymara eso no hay. En la cultura aymara rendimos homenaje a la Pachamama, a la santa tierra, a los apus. Pedimos a la lluvia, al cielo, adoramos para que haya producción. Esa es nuestra cultura, y nosotras estamos felices por nuestra chacra. Sí recordamos a nuestra abuelita Bartolina Sisa. Tal vez nunca nos van a entender porque somos un sector que no compartimos ciertas cosas con la ciudad. Por ejemplo, en la ciudad hablan del divorcio, pero el trabajo debe ser entre esposo y esposa, el chachawarmi, y nosotros no queremos una separación, porque una mujer sola no puede hacer nada, y tampoco un varón solo no puede hacer nada. La costumbre es diferente. En el campo hay una dualidad. En la ciudad es diferente, hay mujeres que vienen con traje y tienen educación. Ellas hablaban por nosotras. Antes éramos discriminadas y nos colocaban atrás, pero ahora podemos tomar la palabra, y ojalá algún día haya esa igualdad social que tanto queremos”.
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Magdalena Jorge Vega. Obrera de limpieza pública y exsecretaria general del Sindicato de Trabajadores de la Municipalidad Metropolitana de Lima (Sitomun-Lima). Fue despedida por reclamar los derechos humanos y laborales de los trabajadores municipales. Se ha manifestado en contra de las gestiones de Luis Castañeda Lossio, Jorge Muñóz y Rafael López Aliaga.
“Trabajo desde las 10 de la noche hasta las 6 de la mañana. En la noche, en primer lugar, tienes que cuidarte de tus jefes o supervisores, porque no buscan velar por tu seguridad sino buscan alguna falta para sancionar, y en segundo lugar, cuidar tu vida. Hay choferes borrachos o con sueño, hay accidentes donde compañeras han perdido la vida. Son más de 20 cuadras que debes barrer. En el camino hallas gente ebria o indigente, gente que te roba o gente que te acosa y te toca, todo ese peligro tienes que enfrentar. Cuando se recolecta basura, debes ver que no haya vidrios, agujas, clavos u objetos cortantes. A veces hay balaceras. Así perdimos a una compañera. Nosotras hacemos un servicio esencial, pero las municipalidades no lo valoran. Muchas veces no nos dan uniformes, guantes, zapatos punta de acero o mascarillas. Todo por un sueldo que no es justo. Sobre el 8M, creo que se ha ido desvirtuando, ha habido ausencias de luchas laborales. Hay luchas feministas, pero mi lucha es contra la precariedad laboral. Ese día no muchas compañeras pueden ir a marchar porque andan ocho horas caminando en las calles y el cuerpo no da. Hay mamitas de más de 50 años que tienen enfermedades, que les duelen los pies o la columna. Incluso así hay quienes levantan su voz, pero en muchas organizaciones feministas no tocan el tema laboral. A nosotras como trabajadoras nos indigna. Vas con el tema laboral y se hacen las desentendidas, pero vas con el ojo morado y ahí recién levantan banderas. Las obreras de limpieza tienen que afrontar cada gestión municipal y cada alcalde que viene con sus funcionarios. Cuando vino Rafael López Aliaga no pagaron las remuneraciones completas y ahora han despedido a 38 obreras municipales de las cuales cinco son dirigentes sindicales. Ya van más de siete meses así. Seguimos luchando”.
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Augostina Mayán Apikai. Defensora awajún y expresidenta de la Organización de Desarrollo de las Comunidades Fronterizas del Cenepa (Odecofroc). Lideresa indígena que ha defendido su territorio de la minería ilegal que depreda la Amazonía.
“Es cierto que el 8M es importante para muchas mujeres. Se han logrado muchas cosas en la ciudad, pero la brecha es muy fuerte para las mujeres indígenas que estamos en las comunidades, por decir, las mujeres indígenas awajún, que son madres ceramistas. Desde la comunidad no tenemos la facilidad de conectividad. No festejamos el 8M con la dimensión que lo hace la ciudad, y hay muchas mujeres que lo consideran un día más. En el sector de El Cenepa, en donde estoy ubicada, enfrentamos a diario el extractivismo, por ejemplo, la minería ilegal y su invasión. El agua y la tierra cada día más están siendo contaminados. Desde muy pequeña soy defensora. He sido reconocida por el Ministerio de Justicia. He hecho muchos reclamos por el medio ambiente. Y el hecho de ser mujer no está muy bien vista en mi pueblo, hay machismo también, ya que todos los cargos dirigenciales están siendo encabezados por los hombres. Sin embargo, soy profesional, soy contadora pública, pero aun así, en el tema laboral hay mucha discriminación o no hay oportunidades. En estos momentos estoy a buen recaudo en medio de la selva, por las amenazas de la minería ilegal. No tengo seguridad. No puedo ejercer mis actividades normalmente. Tengo que cambiar de lugar constantemente. Si aquí hacemos movilización, como por el 8M, sería un peligro más. El mecanismo de protección para defensores casi poco ha hecho, no hay un seguimiento, se olvidan de uno, hace poco hice una declaración, de que me siento abandonada por el Estado”.
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Gianna Camacho García. Periodista. Defensora de derechos LGTBI y coordinadora del Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
“El 70% de las mujeres trans de Lima y Callao se dedica al trabajo sexual. Es una realidad acompañada de estigma y discriminación. Y ese otro 30% que no se prostituyen no es que estén ejerciendo un trabajo de acuerdo a su vocación o a sus sueños. Están en un trabajo informal, desde la venta de caramelos hasta el trabajo en mercados. Es difícil encontrar a mujeres trans en puestos importantes de empresas e instituciones. Sé que mi realidad como mujer trans no representa la de mi comunidad en Perú, porque yo transicioné después de ir a la universidad. Tengo un privilegio. No me ha tocado ejercer el trabajo sexual, pero muchas de mis amigas se dedican a la prostitución en el Centro de Lima. Entonces, es importante tener claro que no se trata de estar en contra la prostitución, —en este caso de mujeres trans—, porque todas somos libres de hacer con nuestro cuerpo lo que querramos; sin embargo, sí es importante visibilizar que si es como única alternativa de vida, no debería darse, sino deberia haber alternativas a la prostitución, como el estudio o un empleo en una empresa. Debe existir una elección, pero no es lo que suele pasar. En muchos casos las botaron de sus casas sin terminar el colegio. Además de pasar los problemas de pobreza y exclusión que pasan personas de las zonas periféricas o no urbanas, le sumas el grado de violencia y exclusión por tu identidad de género, por ser trans, por verte como parte de la diversidad. Es una convergencia de varias vulneraciones. Y dentro de los grupos feministas hay mujeres que consideran que nosotras al ser criadas como hombres, o simplemente guiadas por la biología, es decir lo que tenemos en las piernas, consideran que no somos mujeres. Sin embargo, el ser mujer va más allá de los genitales, porque es el rol que llevamos en la sociedad, entre ellos, está la violencia sexual, que es transversal a todas. Nosotras llevamos una doble carga de violencia por ser trans. Es una lucha contra la desinformación y la ignorancia que hay. Una de las cosas importantes y que se ha perdido en el Ministerio de la Mujer y en los bloques de mujeres unidas, es hablar de mujeres en su diversidad”.
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Sthefany Pozú. Investigadora especialista en estudios afrolatinoamericanos y publicista (proyecto Soy Rizada Y que).
“Como mujer afroperuana, percibo que el feminismo contemporáneo no ha reconocido adecuadamente la diversidad de luchas y experiencias de las mujeres, especialmente de nosotras, las afroperuanas, que hemos enfrentado simultáneamente el racismo y el sexismo. Nuestras ancestras en Latinoamérica, marginadas y excluidas, forjaron sus propios caminos hacia la emancipación y lideraron sus luchas, a menudo sin recibir el reconocimiento que merecen. Estas batallas históricas, incluidos actos de resistencia contra el racismo y el sexismo, han sido fundamentales en la formación tanto de la nación peruana como de Latinoamérica. Históricamente, la oposición al patriarcado por parte de las mujeres afroperuanas es evidente. Estos desafíos subrayan la importancia de reconocer las luchas específicas de las mujeres afroperuanas en el feminismo. El famoso discurso de Sojourner Truth en 1851, con su pregunta «¿Acaso no soy una mujer?», desafía la exclusión de las mujeres negras del feminismo y critica la narrativa paternalista sobre la “fragilidad” de las mujeres blancas, poderosas y adineradas, una realidad distante para las mujeres negras explotadas y esclavizadas. Esto es un claro ejemplo de cómo el feminismo históricamente ha marginado a ciertos grupos. La narrativa contemporánea sobre las mujeres afroperuanas, frecuentemente enfocada en la victimización, necesita una reevaluación crítica para reconocer su papel como agentes de resistencia y cambio. Esta perspectiva es esencial para un feminismo que sea verdaderamente representativo de todas las realidades. Por tanto, es necesario profundizar en el afrofeminismo y ejecutar acciones concretas que atiendan las realidades específicas de las mujeres afroperuanas. La creación de políticas públicas y estrategias de movilización que reconozcan nuestro papel histórico es crucial. El feminismo antirracista debe ser más que un tema meramente académico; debe convertirse en un movimiento activo y transformador. El rol de las mujeres negras en la sociedad y en la teoría feminista es único. Nos enfrentamos a una opresión más cruda y, debido a nuestra marginalidad, no estamos condicionadas generalmente a adoptar roles de poder. Los feminismos negros, influenciados por movimientos en Estados Unidos, han adaptado sus críticas y acciones a los contextos latinoamericanos y caribeños. Desafían las estructuras de poder y abogan por la interseccionalidad como herramienta esencial en la lucha feminista negra, una lucha que nuestras ancestras lograron en su momento y de la cual debemos aprender para continuar su camino y legado”.
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Milagros Samillán Sanga. Estudiante de Psicología. Hermana del médico Marco Antonio Samillán Sanga, asesinado el 09 de enero de 2023 cuando atendía a heridos durante la represión militar en Juliaca, Puno.
“La lucha en Juliaca y en muchas regiones es muy dura. Tener que pasar un 8M gritando justicia, pidiendo igualdad de derechos y respeto para nuestras compañeras que fueron asesinadas y para las madres, esposas, hijas, abuelas, tías y las mujeres heridas que quedaron postradas en cama, sin poder conmemorar este día. Hemos tenido que viajar a la capital (Lima), hemos tenido que abandonar nuestros hogares, para que el gobierno nos reconozca como peruanos. Hoy me siento más acompañada que otros días, porque siento que hay mujeres que son las voces de las que ya no están. Me siento orgullosa de ser mujer, pero decepcionada por ser gobernada por una mujer que nos reprime y asesina. Los 365 días debería recordarse la lucha de las mujeres, no solo un día. Sobre la indiferencia de las limeñas y limeños, es algo que no quieres creer hasta que te pasa a ti. Sabía de las clases sociales en nuestro país, que nos ven como tercera clase, que piensan que la gente del Sur no puede expresarse libremente y que se creen más importantes solo por vivir en esa ciudad. Pero eso pasa porque llevan una vida agitada, sobreviviendo para el día, más no viven la vida, como nosotros que hemos luchado toda la vida. Nosotros trabajamos para sobrevivir años y años, no solo para el día. Pero yo tengo esperanza de que esa Lima indiferente va a despertar y va a luchar junto a sus hermanos del Sur. El feminismo tiene su lucha y lo respeto, pero hay muchas cosas que no concuerdo, porque para mí prima la igualdad, una mujer no puede ser más que un hombre ni un hombre puede ser más que una mujer. Ambos, hombre y mujer, somos compañeros de vida. Yo voy a apoyar a toda marcha que se venga dando en el país. Hoy nos faltan 50, tenemos miles de heridos a nivel nacional, si la señora (Dina Boluarte) piensa que nos ha vencido porque no estamos en las calles, es porque estamos recargando fuerzas, vamos a volver. Hay gente del Sur para rato. No podemos permitir que unos delincuentes del congreso y el Gobierno hagan lo que sea”.
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Las mujeres entrevistadas manifestaron su rechazo contra Dina Boluarte Zegarra, jefa de este actual régimen que carga con 50 asesinatos y cientos de heridos producto de la salvaje represión de la Policía Nacional y el Ejército en las protestas en contra del Ejecutivo y el Congreso.