En el marco de los 200 años de la “independencia” del Perú, el proletariado celebra la llegada de una obrera de limpieza pública al Congreso.
“No gané yo, ganaron los trabajadores”, dice Isabel Cortez Aguirre (52), conocida como Chabelita, hoy electa congresista del Perú.
El 23 de julio, a pocas horas de juramentar como parlamentaria, estuvo preparándose en el local del Sindicato de Trabajadores de la Municipalidad de Lima (Sitomun), en el segundo piso del edificio Ferrand, en Cercado de Lima.
Una vez lista, salió con su uniforme naranja, símbolo no solo de su campaña política sino también de sus luchas sociales y laborales.
Isabel y sus compañeras del Sitomun, y del Sindicato de Obreros/as de Limpieza Pública (Sitobur), caminaron hasta el Congreso arengando el nombre de su lideresa con cánticos de victoria sindical.
Un vigilante de una tienda les preguntó: «¿Lo lograron?»
“¡Claro!¡Aquí está nuestra congresista, Chabelita!”, gritaron sus colegas de lucha, sosteniendo firmes sus escobas.
«¡Qué bien, caracho, felicidades!», les respondió el vigilante.
A un par de cuadras del Parlamento, en la avenida Abancay, Chabelita recibió los saludos de una delegación de Pasco (su región natal).
“Gracias por acompañarme. Mantengámonos a un solo puño y no permitamos que nadie nos robe nuestros derechos. Soy congresista por Lima, pero Lima no es el Perú. ¡Palmas combativas!”, exclamó.
Su discurso no cambió en el Pleno del Legislativo. “Por las obreras de limpieza pública, por los trabajadores municipales, por los trabajadores del Perú, por una nueva Constitución, sí, juro”, prometió.
Isabel Cortéz vive en el distrito de San Martín de Porres (Lima), pero nació en el distrito de Oxapampa (Pasco).
Desde niña trabajó limpiando las casas de los colonos europeos, los cuales llegaron a dicha región en el siglo XIX como parte de una política migratoria del gobierno para “mejorar la raza” en las comunidades amazónicas, como lo señala el artículo La inmigración alemana y austriaca al Perú en el siglo XIX del historiador Eduardo Vásquez Monge.
La familia de Isabel se dedicaba a la agricultura y ganadería. Su abuela la llamaba para la siembra y la cosecha, pero ella indica que su vocación no era la chacra.
Cuando iba a las haciendas veía las revistas de los hijos de los dueños y en una de ellas observó una fotografía de aeromozas.
“Quería ser eso”, comenta, porque viajaban por todo el mundo y hablaban distintos idiomas. Por aquel tiempo, su padre perdió la vista. “Se volvió un hijo más”, cuenta.
“Por todo eso viajé a Lima, pero me topé con una ciudad diferente”, señala.
A los 15 años, Isabel buscó trabajo en un mercado de San Juan de Lurigancho, allí le entregaron por primera vez una escoba. Tuvo otros oficios, como grifera y cobradora, pero se dedicó a la limpieza. “Barrí y barrí hasta que me hice adulta”, cuenta.
En el 2004 ingresó a Innova Ambiental (anteriormente Relima). A través de esta empresa se terceriza la limpieza en Lima, específicamente desde 1996, debido a una ordenanza que dio el exalcalde y empresario, Ricardo Belmont. Hasta diciembre de 1995 la limpieza pública era realizada por la propia Municipalidad.
Pasaron cinco años, y faltando poco para ser una trabajadora estable, la despiden. “Ahí nace mi inquietud”, agrega.
Sus compañeras del sindicato la ayudaron. Luego de una advertencia de demanda por despido arbitrario, Innova Ambiental reincorporó a Isabel; sin embargo, más trabajadoras seguían pasando por aquella situación.
“Comenzamos la lucha por nuestros derechos. Empezamos a buscar estrategias”, afirma.
Se enfrentaron a la gestión del exalcalde Luis Castañeda Lossio, actualmente investigado por lavado de activos y otros delitos en el marco del caso Lava Jato, una de las investigaciones de corrupción más grandes en América Latina.
Recién en el 2018, el Poder Judicial ordenó que más de 700 de sus compañeras del sindicato sean incluidas en la planilla de la comuna limeña. “Pero no era suficiente porque las tercerizaciones continuaban”, sentencia.
En el 2020, Chabelita postuló al Congreso con el partido político, Juntos por el Perú, pero no alcanzó los votos suficientes, aunque, eso no fue impedimento para que elaboren un proyecto de ley que elimine la tercerización de la limpieza pública en las municipalidades.
El 28 de julio de 2020, las trabajadoras de limpieza intentaron llegar a Palacio de Gobierno para exigir sus derechos laborales, pero fueron reprimidas por la Policía. En paralelo, el expresidente, Martín Vizcarra, continuaba con su mensaje a la nación sin inmutarse por lo que sucedía en las calles.
Al día siguiente de ser agredidas, el Gobierno, a través de sus redes sociales, las llamó heroínas de primera línea.
Desde aquel hecho, pasó casi un año para que el Congreso aprobara una ley que elimina la tercerización de la limpieza pública en municipalidades. Sin embargo, a inicios de junio, el entonces presidente Francisco Sagasti observó esta norma.
“Dijo que afectaba la inversión privada y que iba a haber gastos”, recuerda Isabel. Ante ello, realizaron vigilias fuera del Parlamento, y la ley fue aprobada por insistencia. Una victoria histórica.
Sin embargo, esta ley podría declararse inconstitucional ya que fue aceptada dentro del periodo de la cuarta legislatura que hubo en el Congreso y que ha sido demandada por diversas instituciones ante el Tribunal Constitucional.
Aunque, todavía hay trabajadoras que aún no están en la planilla de la Municipalidad de Lima y siguen resistiendo a la gestión del actual alcalde, Jorge Muñóz, quien ignora sus derechos, pese a que existe un mandato judicial.
Isabel ya recibió la primera dosis de la vacuna contra la Covid-19, pero no como trabajadora de limpieza pública, sino como ciudadana.
A mediados de este año, ella y sus compañeras hicieron un plantón en el Ministerio de Salud (Minsa), pero la respuesta fue la represión de la Policía. Nunca las incluyeron en el cronograma de vacunación a pesar de ser un sector laboral de alto riesgo.
Mientras que a nivel nacional, los gobiernos regionales de Ayacucho, Junín, La Libertad y Cajamarca han vacunado a las trabajadoras de limpieza pública.
“El peligro ha sido desde siempre, y con esta pandemia aún más”, comenta Chabelita.
Las trabajadoras de limpieza pública están expuestas a muchas enfermedades aparte de la Covid-19 como: tuberculosis, hepatitis, lumbalgia, “bracito rotador” (lesión en el hombro por el movimiento constante) e infecciones urinarias.
“No hay ni servicios higiénicos en las calles, algunos locales alquilan y si no llevas dinero, tienes que aguantarte, un compañero orinó a escondidas porque ya no resistía y un supervisor le tomó foto y lo sancionaron. Tampoco tenemos un comedor, almorzamos o cenamos en las calles”, explica.
Al virus lo enfrentaron por organización suya, ya que las municipalidades les daban equipos de bioseguridad no adecuados.
“Gracias a dios no me he contagiado, pero a muchas de mis compañeras sí les dio. Un 60% han sido infectadas. En provincia ha sido peor”, afirma.
Durante sus primeros días como congresista, Chabelita se reunió con sindicatos y asesoró a trabajadores municipales.
Ayer fue designada como Presidenta de la Comisión de Trabajo, una pieza fundamental para defender los derechos laborales desde el Legislativo y mencionó que el primer proyecto de ley que impulsará será la eliminación de la tercerización en el Estado.
Otra ley que planteará abordará la industrialización de la basura de la mano de recicladores y la segregación de residuos en los barrios, con el fin de generar empleo. Isabel viajó a Brasil y Chile para conocer las experiencias de otros colegas de limpieza pública.
«Uno de los dirigentes me decía “la basura es oro”, y yo decía “ay compañero, entonces en Perú enterramos oro”», cuenta.
Otro proyecto apunta a proteger y formalizar a los ambulantes. “He visto cómo los persiguen y violentan. No son ambulantes porque quieren, lo son porque tienen familias y necesidades. La mayoría son madres, como las que venden huevitos de codorniz y frutas peladas”, menciona.
Chabelita precisa que un primer punto de esta ley será prohibir que les arrebaten sus instrumentos de trabajo.
El reconocimiento legal de las ollas comunes también está entre sus propuestas para que así el Estado las solvente.
Además, busca retirar las rejas de la Plaza Bolívar para que los trabajadores y ciudadanos en general ingresen por la puerta grande del Congreso. “¿Acaso son menos para entrar por detrás? Queremos igualdad”, manifiesta.
Por último, Isabel aún está buscando un local para instalar ‘La casa de los trabajadores’, el cual será un espacio de diálogo directo entre los congresistas y obreros del sector público y privado.
Chabelita ha recibido ataques racistas y clasistas desde que inició en la política.
“¿Cómo es que una barrendera llega al Congreso?”, “No sabe ni expresarse”, “No tiene estudios universitarios”, son algunos de estos.
Incluso Jimmy Chinchay, periodista de Canal N, se refirió a ella como “la que va siempre con el traje de limpieza”.
Chabelita se mantiene firme. “A pesar de todos los obstáculos, hemos logrado una victoria bien grande, ojalá tenga vida para contárselo a mis nietos”, agrega la obrera de limpieza pública y congresista del Perú.
Hace semanas, Isabel y sus compañeras estuvieron apoyando con alimentos (panes y ‘quaker’) a los ciudadanos y ciudadanas de diferentes regiones del país que llegaron a Lima para defender el voto rural.
Sin embargo, señala que ante cualquier acto de corrupción del gobierno del presidente Pedro Castillo, será la primera en denunciarlo. “No seré cómplice quedándome callada”, sostiene.
Chabelita dice que es de izquierda porque pertenece a la clase trabajadora. “A nosotros los trabajadores nos preocupaba que la presidencia caiga en manos de la derecha”, comenta.
En estos últimos días, la extrema derecha y la derecha progresista han exigido la renuncia de altos funcionarios generando inestabilidad.
La lideresa sindical mencionó a través de sus redes sociales que «la consigna de la derecha es clara: tirarse, uno a uno, el gabinete hasta vacar al presidente. “No lo vamos a permitir: nos encontrarán como un solo puño, unidos, defendiendo el programa de cambio”.
Texto: Jair Sarmiento
Edición: Carolina Morales
Fotografía: Flor de Milagros Núñez
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